(Monterrey, Nuevo León 31 de diciembre de 1936- Distrito Federal el 2 de abril DEL 2014)
Gonzalo Valdés Medellín
A Nelly Martínez Tamez y Mario Elizondo
Nacido en Monterrey, Nuevo León el 31 de diciembre de 1936 y fallecido en el Distrito Federal el 2 de abril de este año, Héctor Martínez Tamez fue un creador polifacético que incursionó en el cine, el periodismo cultural, las artes plásticas, la novela, el cuento, el ensayo, la crítica, la crónica y, desde luego, el teatro como dramaturgo, director y actor. Comenzó su carrera siendo niño y, ya en la primera juventud, deslumbró literalmente como actor por su actuación en La soga de Patrick Hamilton bajo la dirección de su maestra Lola Bravo, provocando un gran impacto por su desempeño histriónico (que lo llevó obtener en 1960 el Premio al Mejor Actor de la Agrupación de Cronistas Teatrales de Monterrey). Luego de esa experiencia, Martínez Tamez se integra a la promoción de jóvenes artistas mexicanos que son becados para estudiar en Checoeslovaquia en los años sesenta, y a la que pertenecieron junto con él, Soledad Ruiz, ya fallecida, y Marta Luna (aún viva). Héctor se especializó en dirección cinematográfica y encontró un maestro que lo marcaría de por vida: Cipriano Riva Cheriff quien lo introduce en el conocimiento de la obra teatral y narrativa de Benito Pérez Galdós, autor en el que se vuelve un experto. Políglota, además del español y el checo (que siempre consideraría su segunda lengua), dominaba a perfección el inglés y el francés, lo cual le permite dedicarse durante toda su vida a la traducción en diferentes suplementos culturales, revistas literarias y desde luego en el teatro, traduciendo obras de Shakespeare (El rey Lear, Todo está bien si termina bien, Las alegres comadres de Windsor…) y del checo De la vida de los insectos de Karel y Joseph Kàpeç, entre otras. Tradujo, íntegramente, por cierto, el Drácula de Bram Stoker, para Editores Mexicanos Unidos (¿qué habrá pasado con esa traducción?). Su regreso a México a finales de los sesenta le significa su reencuentro con Lola Bravo para quien colabora como dramaturgista, en la acepción europea del término, que aquí se conoce como adaptador, replanteando textos como La casa en ruinas de María Luisa Ocampo y El cuadrante de la soledad de José Revueltas, entre las más exitosas. Recordaba Tamez su encuentro con Revueltas: “quedó encantado porque yo le di a El cuadrante… un sesgo de teatro-radio que acentuaba la ficción. Revueltas nos abrazó a Lola y a mí, y dijo que era la mejor puesta que se había hecho de su obra”. De formación cineasta, el cine le llegó pronto con la mancuerna que hizo con el director universitario Carlos González Morantes para quien escribió el primer guión de ficción sobre los entonces aún frescos acontecimientos del Movimiento Estudiantil del 68: Tómalo como quieras (1971), filme protagonizada por Luisa Huertas y que el crítico Jorge Ayala Blanco consideró una de las mejores películas de ese año y del cine experimental universitario. Justo por esa época, aparece en la vida de Tamez el —ahora emblemático— programa Cine del Once, del Politécnico, para el que trabajó más de quince años, escribiendo las fichas de presentación de cada película diaria. Teatro, cine y periodismo van definiendo el perfil creativo de Martínez Tamez quien hace, en los años setenta, crítica de cine para la revista Claudia, así como entrevistas con creadores de la talla del músico Blas Galindo pues, entre otras cosas, había una inquietud constante en él: su melomanía, su pasión por la ópera, la opereta, la zarzuela… lo cual lo lleva a experimentar la música de sus propias obras, siendo, ya en los últimos años de los setenta el detonador de su Trilogía de Pastorelas Mexicanas (Siete pecados capitales; La representación del Nacimiento del Señor y la Pastorela Tropical y Caribeña) para las que él mismo compuso las canciones. Pero su obra dramatúrgica personal crece, con textos originales: Manuel Acuña (dirigida por el cineasta Mario Hernández); Sor Juana: Espiral de luces (dirigida por Bravo y protagonizada por Patricia Reyes Spíndola) y Nezahualcóyotl (también dirigida por Bravo). Durante la década de los ochenta incursiona en el teatro infantil y publica su monumental estudio sobre el cine mudo y el expresionismo: Los monstruos del silencio, en la colección Molinos del Viento de la UAM, así como Breve historia del cine mexicano y La mujer en el cine mexicano (publicados por la Delegación Venustiano Carranza); la revista Claudia publica por entregas su novela El niño artista con dibujos de él mismo. A mediados de los ochenta lo conozco y nos hacemos amigos entrañables. Con Hectorito, como le llamábamos sus amigos cercanos, pude aprender muchísimo e intercambiar intereses de orden literario, estético y teatral. Siempre hubo una identificación muy profunda entre nosotros que comenzamos a hacer teatro juntos, en 1989, cuando llevé a escena, como una propuesta de teatro independiente La representación del Nacimiento del Señor, que escenificaríamos consecutivamente en diferentes espacios y durante varios años, con Enrique Alonso Cachirulo en el rol protagónico. En los noventa le dirigí La construcción, de su autoría, en la Casa Universitaria del Libro; e Invitación a la muerte de Xavier Villaurrutia donde hizo la adaptación y actuó el papel de El Viejo, en Casa del Lago. En mi obra A tu intocable persona (1994) interpretó magistralmente un papel que escribí ex professo para él, inspirado en Alcaraz, y obtuvo el Premio Arlequín al mejor actor de ese año. Entre los personajes que caracterizó por aquellos años, también destacaron muchísimo (por su parecido físico y su hondura interpretativa) los que hizo de Julio Torri y Juan José Arreola en las dos versiones de Protagonistas de la literatura mexicana del siglo XX de Emmanuel Carballo, que tuve el honor de dirigir y adaptar. Héctor Martínez Tamez también adaptó y actuó las memorias de Carballo, Ya nada es igual, presentadas teatralmente por el INBA en el Centro Cultural Jaime Sabines en 1996. En 1998 para el XXX aniversario del Movimiento Estudiantil, pedí a Héctor que escribiera una obra y surgió 1968: en las tinieblas húmedas que estrenamos ese año con el joven actor Julio Landeros, seleccionada por Olga Martha Peña Doria para la Antología de Teatro Mexicano de Emergentes Editorial de Buenos Aires, Argentina, en 2010. Su última actuación la hizo en Matadero. 6, en 2007, bajo la dirección del argentino Emilio García Wehbbi, dentro el Festival del Centro Histórico; ahí Martínez Tamez se mostró como un actor de primerísimo nivel, ovacionado en cada función, al dar vida a un anciano loco que se sentía poseído por el espíritu y la poesía de Antonin Artaud. En ese tiempo apareció el cáncer y comenzó su repliegue, sólo dio algunas clases esporádicas. Tuvo mucho temple, una fortaleza que nos desarmaba a sus amigos. Vivió retirado prácticamente del medio hasta que llegó el final. Deja una obra muy valiosa, que habría que recuperar a favor de las nuevas generaciones, y dos obras sin estrenar, magníficas: Un cuento chino y La mujer de la feria (Nellie Campobello). Héctor Martínez Tamez era mi gran, gran amigo y no he querido que el sentimiento de duelo se impusiera en un tono superlativo. Aquí está, sucintamente, su trayectoria, una trayectoria encomiable, digna, admirable. Hombre sencillo, identificado con los valores del proletariado, creador honesto, riguroso conceptualmente, entregó su vida a la difusión de la cultura y estuvo alejado de mafias y grupúsculos.
Una amiga periodista me dijo que lo importante era resaltar que fue un gran hombre, justo, honesto y sabio, más allá de sus logros artísticos, cosa que no comparto pues, creadores como Héctor Martínez Tamez precisamente por su justeza, honestidad y sabiduría, deberían ser reverenciados en una sociedad que, como la nuestra, suele reverenciar lo injusto, la deshonestidad y la estulticia.
Descansa en paz, querido Héctor, Hectorito, amigo, compañero, maestro, guía; cerraste tu ciclo y dejaste una obra rica y palpitante de vida y humanismo que en algún momento habrá de florecer como siempre floreció tu alegría de vivir. ¡Te extrañaremos!
PD: Fue un homosexual asumido y que vivió casi 40 años con su pareja quien lo atendió del cáncer de linfoma hasta el último momento. Sus cenizas ahora reposan en su natal Monterrey.
http://www.siempre.com.mx/…/hector-martinez-tamez-1936-2014/
Fotografía y texto de Gonzalo Valdés Medellín