Esta foto fue tomada en Casa De Luz Icm (Monterrey, MX), allá por marzo de 2007, en los primeros meses de mi pastorado en esa iglesia. Quien me acompaña es  un miembro de la comunidad. Barajh (como habitualmente le decíamos) era un hombre controversial, misterioso (poco sabíamos de su vida real, más allá de lo que él nos contaba), ducho para los líos y peleas… Al final todas características que lo hacían particular, pero ningunas de ellas lo suficientemente fuerte y arraigada como para que no dejaran mostrar, también, su nobleza, solidaridad y profunda sensiblidad afectiva. Al principio, cuando lo conocí, me cuidé de él… ¿quien será verdaderamente este personaje? me decía. Tuve que darme tiempo para conocerlo. La vida, Dios, no demoraron en revelarme, más allá de sus características, quien era verdaderamente Antonio… Enfermé de una gripe fuerte, y tuve que hacer cama varios días. En aquél momento, estaba solo, todos tenían sus cosas para hacer -cosa real y necesaria- pero Antonio -el lioso, misterioso y controversial Barajh, entró a la casa parroquial con un tazón de sopa caliente y no se apartó de mi lado hasta que sané. Desde entonces aprendí a quererlo más allá de sus espinas y mecanismos de ataque y defensa. Aprendí a tomar distancia cuando no podía bancarle sus locuras para preservar siempre mis brazos abiertos para abrazarlo cuando la vida, Dios, nos re-encontrara nuevamente. El tiempo pasó, las anécdotas se sucedieron… mi tiempo en Monterrey se cumplió y regresé a Uruguay. Desde entonces, cada tanto Barajh se comunicaba conmigo y nos reíamos de lo vivido en Casa de Luz, de las peleas (que en la distancia del tiempo no eran tan graves como las percibíamos) en fin, compartíamos la memoria y la alegría de haber construido un hermoso vínculo de amistad. Esta mañana, cuando desperté, recibí la noticia de que Antonio Barajh, partió para siempre a vivir el misterio de su vida en ese rincón del universo al que acceden, tan sólo los que se nos adelantan. Tal vez para alcanzar un tazón de sopa caliente a alguien que lo necesite; tal vez para trasvestir la realidad con sus locuras; tal vez para darle vida a la «Natalia» que llevaba dentro y que por momentos la dejaba salir para algun show, o para acercarse a las personas trans y poder concientizar del VIH, repartir condones, animar a vivir… Vaya uno a saber!!! Querido amigo, querido parroquiano, querido hermano… la «oveja descarreada» como solías decirme, no dudo que estás en los brazos de aquél que nos dio la Luz para que tuvieramos vida en abundancia. Y aunque la muerte nos trae dolor -a mi me duele tu partida- se que la luz que se reflejó en ti no se apagó con este cirio en este lugar, en este rincón del universo… Muchas veces cantamos «enciende una luz y dejala brillar, la luz de Jesus, que brilla en todo lugar… No la puedes esconder, no la puedes tapar, ante tal necesidad enciende una luz, en la oscuridad.» Sé que donde estés ahorita, estarás encendiendo esa Luz, como se ilumina en tu sonrisa. La paz de Dios sea contigo ahora y siempre.