Eduardo fue primero trabajador de Seguro Social, cuando conoció a José Antonio Alcaraz. «La Neri» como se le llamaba en el grupo de José Antonio, era muy buen redactor, con un gusto especial por la música y con dotes de escritor. Neri, ganó un premio de la Revista Punto de Partida de la UNAM, por su cuento «Piedra sobre piedra». Poco a poco se convirtió en un musicólogo empírico, pero de notable relevancia.

Eduardo trabajó como crítico musical, en el semanario PUNTO, siendo director de él Emmanuel Carballo, a instancias de Gonzalo Valdés Medellín, que a razón era critico de teatro, luego por intervención de Valdés Medellín, Humberto Batis le abrió las puertas del UnomasUno.

Eduardo tenía una vida libre sin restricciones y en aquellos días con un goce por las cacerías sexuales en lugares clandestinos, en una época que se desconocía del VIH y también del uso del condón.

José Antonio Alcaraz, le inventó un papel en la ópera «Romeo y Julieta» de Gounod. Eduardo, salía del foso de la orquesta por una escalera y, vestido en un falso disfraz isabelino de gorguera Chespirito queriendo ser Shakespereana, mostraba el remedo de «El Globo», teatro sobre el teatro, y allí seguía apareciendo siempre que se le requiriera hasta bendecir los cadáveres de los infelices amantes de Verona. Fue gerente de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Eduardo fue pareja sentimental del actor Oscar Narvaez y tiempor despúes del director de orquesta, Enrique Arturo Diemecke, -de quien se dice dejó plantada a una novia en el altar, por Eduardo Neri-, al fallecer a causa del VIH, le dedicó de manera especial, la 2a Sinfonía de Mahler mientras dirigía la Orquesta Sinfónica Nacional en Bellas Artes. Sus cenizas reposan en la cripta de San Felipe de Jesús.

Fotografía y datos por entrevista a Gonzalo Valdés Medellín.

Agradezco a Lázaro Azar el nombre y las fechas.