Durante los años 80, Álvaro concluyó exitosamente su carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco) y trabajo para la entonces naciente Televisión Mexiquense. Poco después se integró al Instituto Nacional de Bellas Artes y, posteriormente, al Canal Once y al equipo organizador del Festival Cultural de Sinaloa, en el que participó durante varias ediciones, al igual que en el Festival Internacional Cervantino.

Su pasión por la naturaleza lo llevó a establecer un negocio de venta de plantas y árboles, así como de diseño de jardines (Bio-Concepto) para grandes residencias en Las Lomas de Chapultepec, Valle de Bravo y otras. En esta actividad, incursionó en la producción cinematográfica (Televicine) diseñando espacios verdes para distintas películas de la época.

Estando en la plenitud de su vida y en franca prosperidad de su actividad profesional y empresarial, en 1989 es diagnosticado VIH-Positivo, lo que en esos años era prácticamente una sentencia de muerte por la ausencia de tratamientos efectivos. Su reacción fue de negación y nada hizo por encontrar ayuda médica. Al único amigo que supo del diagnóstico le prohibió rotundamente hacérselo saber a nadie más. En 1990 fallece Sergio Bernal, uno de sus mejores amigos, y durante los cinco años que le siguieron fueron muriendo uno, otro y otro de los tantos amigos íntimos y conocidos durante más de 15 años en el ambiente gay de la ciudad.

En 1995 su salud comienza a deteriorarse. Como consecuencia de un virus alojado en su cerebro, fue perdiendo la vista poco a poco y, finalmente, queda totalmente ciego al iniciar el año 1996. Luego, perdió movimiento de un brazo y después de todo un hemisferio de su cuerpo.

Su lucidez termina por perderse, cae en cama y después de una injusta agonía de un par de meses, fallece en su habitación de la casa de su madre, doña Carolina, donde fue velado por los miembros de su familia, por Paco y su madre.